Cine de romanos para ARQVEHISTORIA:
BEN-HUR
Cartel promocional |
En mi pueblo hay un dicho muy soez que, a
resumidas cuentas, dice que con buen aparato, que bien se coyunda. Pues eso
mismo podría aplicarse a esta superproducción de la MGM que tomó como base
argumental uno de los mayores best-sellers
de la breve historia literaria de los Estados Unidos. El erudito general Lewis Wallace (Indiana, 1827 – 1905),
héroe de La Unión durante la Guerra de Secesión, escribió en 1880 una novela
reivindicativa de la importancia de la fe que ha pasado a la memoria colectiva
en un formato diferente al papel: Ben-Hur: A tale of the Christ. La
novela fue un éxito de tal envergadura que fue llevada al cine en 1917 (sólo
15’) y en 1925, ambas en versión muda. Pero como pasa con otros clásicos de la
literatura y el celuloide como Robín Hood,
en el que cada generación ha conocido a Robert
Taylor, Kevin Kostner o Russell Crowe como el famoso arquero de Nottingham Forest, la MGM se propuso
hacer la película definitiva sobre la obra del Sr. Wallace.
Para ello no escatimó en talento ni
“talentos”. Con cerca de dieciséis millones
de dólares de los de entonces (hablamos de 1959, con Elvis en la mili) y un
reparto de lujo, todo pintaba bien para conseguir una recaudación astronómica.
El proyecto le fue concedido al director de origen judío William Wyler, famoso por entonces por su trabajo en “Cumbres
Borrascosas” o “Vacaciones en Roma”, y los actores más relevantes enrolados
fueron Charlton Heston (Judá Ben-Hur),
Jack Hawkins (Quinto Arrio) y Stephen Boyd (Messala) Ahora que viene
Pascua la volverán a pasar por TV… y me la veré por trigésimo novena vez.
Argumento:
Judea romana, año 30: Provincia siempre
revuelta desde tiempos inmemoriales, un nuevo gobernador es enviado a Jerusalén
dese Roma para tratar de apaciguarla. Junto a él vuelve a la ciudad el tribuno Messala, amigo de la infancia de un
oligarca local, Judá Ben-Hur. La
falta de colaboración de éste último con las autoridades romanas para delatar
disidentes hace que Messala vea en él más un enemigo que un amigo, haciendo que
la antigua relación fraternal se convierta en descarada rivalidad.
Durante la entrada en la ciudad de Valerio
Grato, el nuevo gobernador, por accidente se desprende una teja de la terraza
en la que Judá y su familia siguen el paso de la comitiva, provocando la caída
del gobernador de su caballo y el consiguiente arresto de todos los miembros de
la casa de Judá acusados de rebeldía. Esta contingencia hace que Messala desate
su maldad, encerrando en prisión a la madre y hermana de Judá y condenándole a
él a servir in eternum en la armada.
Mientras es conducido al puerto de Tiro, al pasar por Nazareth tiene un
encuentro fortuito con el hijo de un carpintero que le da agua y fuerzas para
resistir.
Trailer de la película
Después de servir tres años bogando en un
trirreme de la armada, da la casualidad de que el aristócrata Quinto Arrio, el praefectum navis de Oriente, se fija en él durante unas maniobras,
permitiendo al hortator (el jefe de
cubierta) que no le encadene cuando la armada romana se topa con una escuadra
de naves enemigas. Durante la batalla el trirreme de Arrio es hundido, pero
Judá rescata de las aguas al prefecto contra su voluntad. Sin saber que la
batalla se había saldado del lado romano, los dos náufragos son rescatados por
otro trirreme romano. Quinto Arrio, en recompensa por haberle salvado la vida y
poder disfrutar de la gloria del triunfo, le concede libertad, ciudadanía y
herencia al galeote judío.
Con la libertad llega la venganza. De camino a
casa, Judá conoce a un jeque del desierto, Sheik
Ilderín (interpretado fabulosamente por Hugh Griffith), amante de los
caballos y de las apuestas. Es él quien le comenta que no hay quien gane a
Messala en el Circo… El reto está servido.
La familia de Judá no ha muerto. Su madre Miriam y su hermana Trizah tienen lepra después de tres
años pudriéndose en las mazmorras, y son expulsadas a un valle apestado de las
afueras de Jerusalén, lugar en el que las encuentra Esther, hija de Simónides, uno de los grandes amigos de la familia
y también perjudicado por la ira de Messala. Esther y Judá se encuentran y el
nuevo ciudadano romano le expresa su deseo de vengarse del que fue su amigo en
la arena…
La gran carrera de cuadrigas entre Judá y
Messala inicia el desenlace de la historia, momento épico e inmortal que no
cabe describir por su popularidad. Tras la derrota de Messala, Judá se reúne
con los suyos y, casualmente, por esas fechas un agitador político es
ajusticiado en el Gólgota, un hombre cuyo mensaje ha sobrevivido hasta nuestros
días.
Curiosidades:
Hay notables diferencias entre la novela y el
libro, como suele suceder en estas adaptaciones; el guionista Karl Tunberg tuvo que omitir o sustituir
cosas para que casasen mejor en el celuloide:
En la novela, Messala no muere en la carrera,
sino cinco años después; contrata sicarios para matar a Judá, pero acaba
muriendo a manos de su amante, Iras,
personaje interesantísimo en la novela que ni aparece en la película. La bella Iras
es la antítesis de Esther, la ambición y la lujuria frente a la modestia y el
recato, ambas compitiendo con sus armas de mujer por el amor de Judá. Está
claro que la puritana sociedad americana de finales de los 50’s no estaba
preparada para las obscenidades de Atia Balba en “Roma” o Lucrecia en “Spatacus, Blood and Sand”.
Por otro lado tenemos a Messala, el villano
ideal, mucho más ruin y despreciable en la novela. En la película vemos un
Messala poco frívolo, que duda y que al final se rinde y le revela a Judá el
paradero de su familia, cosa que no sucede en el libro, pues en él los encierra
todos a fin de quedarse con la fortuna de la casa de Hur. Anécdota curiosa es
cómo Stephen Boyd bordó su papel. Parece ser que no acababa de encontrar la
forma en la que interpretar una persona que acaba odiando a quien fuese su
mejor amigo de la infancia, pero Wyler recurrió a la creatividad literaria para
encontrar la solución; el escritor Gore
Vidal le dio la fórmula perfecta: tenía que basar la relación entre Messala
y Judá como una relación de despecho homosexual psicológico. La idea funcionó y
Boyd hizo uno de los papeles más brillantes de su carrera. Menos mal que Wyler
y Boyd no le dijeron nada de esto a Heston (hombre profundamente religioso y de
escopeta en mano), pues el plan se hubiese ido al traste. Por cierto, Boyd no
fue doblado en la escena del Circo, así que no sólo fue un gran actor, sino un
arriesgado especialista. Un extra murió en tan memorable escena.
Once estatuillas de los Oscars avalan esta
joya del péplum. La BBC ha hecho
recientemente un re-make en formato
miniserie de TV, que está bien, pero no tiene el glamour y la trascendencia que
tuvo BEN-HUR,
A tale of the Christ.
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