He preferido separar esta foto del resto como una entrada independiente por algo muy especial.
Ya han pasado muchos, muchos años desde que comencé a devorar novelas de recreación histórica, ahora catalogadas como novelas históricas. Dentro de la gran cantidad de novelas de este género que me he leído hay tres nombres propios que destacan con diferencia entre los demás y que desde entonces marcaron mi estilo irreversiblemente.
El primero fue Claudio, el pobre tío Claudio, retratado magistralmente en el Yo, Claudio del inglés Robert Graves. Me hubiese encantado haber podido conocerle, pero no me fue posible. Falleció en Mallorca en 1985.
El segundo fue Sinuhé, el médico de Akenatón, cuya larga vida plagada de vicisitudes me cautivó al leer Sinuhé el Egipcio. Por desgracia, tampoco pude en este caso pues el finlandés Mika Waltari también nos dejó en 1979.
Y el tercero fue Antígono Karjedonio, el banquero de Aníbal, protagonista de la novela Aníbal del escritor alemán Gisbert Haefs. En este tercer caso los Dioses eternos sí que me han concedido la ventura de conocer en persona al creador de esta fabulosa y legendaria novela y, es más, el orgullo de haberle podido dedicar mi Valentia con todo cariño y admiración.
Gisbert, del alumno al maestro... danke shön!
Enhorabuena por la oportunidad que los dioses te han dado y tu has sabido aprovechar. Un cordial saludo.
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