IVLIA ILICI AVGVSTA
L'Alcudia de Elx, yacimiento arqueológico reconocido mundialmente, contiene los restos de la antigua ciudad ibera y colonia romana de ILICI. Este lugar se haya a poco más de 2Km al sur de la actual ciudad de Elche.
Centro de Interpretación de L'Alcudia
Una vez pasado el estupendo Centro de Interpretación, muy bien dispuesto, acondicionado y atendido, subimos una breve cuesta para adentrarnos en la planta de la antigua ciudad iberorromana. Podremos ver estratos desde la época ibérica plena hasta la decadencia visigoda.
Lugar en el que Manuel Campello encontró la Dama de Elche el 4 de Agosto de 1897
La suprema importancia de este yacimiento radica en el descubrimiento a finales del siglo XIX de un busto ibero del siglo V - IV a.C. tallado en caliza. Aún presenta restos de su policromía original, desconociendo si representa a una divinidad, una sacerdotisa... o incluso a un hombre joven. Su hierática belleza atrapa nada más verla:
Réplica de la Dama de Elche expuesta en la Sala de Interpretación
Después de las guerras civiles, instigadas primero por el rebelde Sertorio y después por César, la ciudad ibera comienza a reestructurarse como ciudad romana, teniendo este proceso su cénit sobre el año 44 a C.
ILICI quedó lejos de los escenarios de la guerra, lo que contribuyó decididamente a su expansión. Es probable que algunos de sus primeros habitantes romanos, todos ellos procedentes del sur de Italia, África e incluso las Baleares, fuesen hombres de las legiones de Pompeyo que fueron licenciados después de la derrota de Lucio Afranio frente a Julio César en Ilerda. Después, sobre el año 26 a.C., el fin de las guerras cántabras supuso una nueva inyección de veteranos licenciados en Hispania. Puede ser que fuese durante el mandato de Augusto cuando ILICI recibió el título de Colonia, el mayor rango posible de una ciudad fuera de Roma. Una inscripción dedicada al cónsul Tito Statilio Tauro parece conmemorar este hecho.
Una de las domus de ILICI
La ciudad prosperó durante el Alto Imperio, Abrazada por el irregular Alabus (Vinalopó), el comercio y la producción agrícola enriquecieron a la aristocracia local. Se llegó a construir sobre el siglo I d.C. un puerto de obra que sustituyese el embarcadero de Portus Ilicitanus (Santa Pola), recintos termales, un Foro y demás espacios públicos.
Vista de las termas desde el este. Se puede apreciar la natatio casi intacta
La profunda crisis del siglo III azotó por igual a toda la provincia. Además de los numerosos problemas internos del Imperio, económicos y sociales, se sumó la llegada de las primeras correrías germanas. Junto al abandono total de ciudades otrora prósperas, como el caso de la vecina Lucentum (Tossal de Manises), hay indicios de destrucción en el territorio ilicitano sobre el año 260, coincidiendo en fechas con otros restos de incendio y devastación provocadas por los francos en ciudades más al norte como Valentia, Saguntum y Tarraco.
La ciudad se rehizo de aquellos tiempos convulsos, pero ya nunca recuperó su pasado explendor; Muchos monumentos fueron expoliados por sus propios habitantes y los servicios públicos se suspendieron. El último momento de cierta relevancia antes del abandono paulatino de ILICI en favor de la nueva Elche durante la dominación islámica fue en los primeros albores del reino visigodo. Prueba de ello es la importante basílica paleocrisitana donde tenía su sede el Obispado. Después, con la llegada de los bizantinos, el clero visigodo abandonó la ciudad en beneficio de la vecina Elo (Elda)
A partir del famoso Tratado firmado entre el Comes Teodomiro (Tudmir para los árabes) y Abd al-Aziz ibn Musa en Abril del 713 comienza una nueva historia. La ciudad vieja se abandona definitivamente y sirve de cantera para la nueva medina musulmana. Cuando, siglos después, llegaron los cristianos a tierras ilicitanas les dijeron que aquel paraje al sur de la ciudad se llamaba Alcudia, que en su lengua significaba el altozano.
El Conjunto Arqueológico de Elche es parada imprescindible para todos los que amamos esta tierra. No os lo perdáis, vale la pena disfrutar de este recinto bajo los cálidos rayos de Apolo, suavizados por la brisa que llega desde el Mare Nostrum
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