CNIVA, el "emperadoricida",
Vigésimo séptima entrega de “Archienemigos de Roma“
Nuestro archienemigo de hoy es otro bravo bárbaro del norte olvidado
intencionadamente por la propaganda imperial de su época, pues suyo fue el
terrible honor de haber sido el primero en derrotar y dar muerte a un emperador
romano en el campo de batalla. Poco más nos ha llegado sobre el resto de su vida
y obra, pero sí mucho del turbio contexto histórico que abocó en su rotunda
victoria.
Prácticamente nada se sabe del origen de Cniva; su nombre le
evidencia su origen godo (Kniwa, significa en esa lengua cuchillo, de
ahí podría proceder el anglosajón knife), y su aparición en la Historia viene
derivada de la primera vez que su pueblo cruzó el limes danubiano
dispuesto a saquear la provincia romana de Moesia. Procedentes del
Báltico, probablemente del sur de Suecia, este pueblo germánico llegó a ocupar
buena parte de la Dacia romana antes de atreverse con aquel objetivo tan
suculento. Las fuentes históricas de origen griego nos hablan de que
Cniva acaudillaba una coalición “escita”, afirmación entendible
en su contexto pues este rey godo estaba a la cabeza de una soberbia migración
multiétnica en la que, a buen seguro, también había vándalos asdingos, sármatas,
bastarnas e incluso algunos desertores romanos, quienes serían sus guías en
tierras desconocidas. El término escita no es estrictamente correcto para
definir a todos estos bárbaros del noreste; se debe a que, para muchos
historiadores del momento, todos aquellos pueblos más allá de los Cárpatos eran
considerados como escitas, aludiendo a los legendarios jinetes arqueros de las
estepas euroasiáticas.
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Decio |
De quien sí que sabemos mucho más es del que fue su adversario. Gayo
Mesio Quinto Decio, nacido en Budalia, Iliria (Martinci,
Serbia) en el 201, llegó a la más alta dignidad imperial en el 249 de nuestra
era. Gran admirador del primer emperador hispano desde sus años como gobernador
de la Tarraconense, adoptó el nombre de Decio Trajano en cuanto
fue investido como emperador por el Senado. Claramente dispuesto a recuperar la
maltrecha situación del Imperio, se dispuso a reformar el estado para sacarlo de
la profunda crisis en la que estaba sumido. Persiguió a los cristianos con
encono, siendo considerado por la Iglesia como “un feroz tirano”. De mentalidad
parecida a Trajano, y a los posteriores Aureliano y Juliano, estaba convencido
de que el cristianismo era un cáncer para el Imperio y de la absoluta necesidad
de volver al culto de los dioses patrios. Pero, por desgracia, Roma no sólo
tenía problemas internos. Su antecesor en el trono, el débil Marco Julio Filipo,
Filipo el Árabe, había resuelto el problema godo pagando
ingentes tributos a cambio de paz. Cniva y los suyos
entendieron que dicho tratado expiró con su valedor, pues éste murió en Verona
en el 249 en combate frente al nuevo césar proclamado por las legiones,
Decio, así que en la primavera del 250 los godos cruzaron el
Danubio en Novae (Svishtov, Bulgaria), tomándola al asalto y asolando
después media Moesia a su paso. Esta situación tan complicada obligó al nuevo
regente del Imperio a dejar aparcado su programa reformista, ponerse al frente
de las legiones y marchar hacia el Danubio dispuesto a atajar el problema
godo.
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Nicopolis Ad Istrum |
Los bárbaros tenían Nicopolis ad Istrum (Nikyup, Bulgaria) cercada
cuando las enseñas imperiales aparecieron en lontananza, sorprendiendo a los
sitiadores. Cniva, no dispuesto a presentarle batalla al emperador en aquel
terreno desfavorable, levantó el sitio de forma atropellada y se replegó hacia
Philipolis (Plovdiv, Bulgaria) rodeando el monte Haemus. La
treta de Cniva fue digna de un gran estratega, pues fue Decio
el sorprendido unos días después en Augusta Traiana (también conocida
por Beroë, es la actual Stara Zagora, Bulgaria) cuando los godos asaltaron su
campamento, lo saquearon y dispersaron a las legiones. Era la primera vez que un
emperador romano huía de un caudillo bárbaro, un peligroso precedente que
empeoraría durante aquella misma campaña.
El desconcierto en las filas
romanas fue utilizado simultáneamente tanto por el enemigo bárbaro como por el
adversario político de Decio. Al inicio del verano del 251, Cniva ordenó tomar
al asalto Philipolis con suma crueldad. Miles de ciudadanos fueron
violentados y esclavizados o asesinados durante el severo pillaje. Mientras
tanto, el hermano de Filipo el Árabe, Gayo Julio Prisco, se
hizo proclamar emperador en la vecina Tracia. El problema de aquel inoportuno
usurpador se resolvió solo, pues Prisco fue asesinado poco después, pero el feo
asunto godo no parecía tener tan fácil solución.
Decio, horrorizado y encorajinado por los testimonios de los pocos
supervivientes que pudieron escapar del horror de Philipolis, reagrupó sus
tropas frente aquella ciudad, tratando de envolver a Cniva. El caudillo godo,
sabedor de la dificultad de mantener un asedio con hombres cansados dentro de
una población masacrada y sin víveres, optó por retirarse con el ingente botín
de guerra y los nobles cautivos hacia un lugar que le permitiese tener camino
expedito al Danubio, dividiendo su ejército en pequeños grupos difíciles de
apresar por su gran movilidad. Decio les siguió, metiéndose él mismo si ser
consciente de ello en una trampa letal. El lugar en el que Cniva decidió que
había llegado el momento de reunirse y combatir fue un paraje cenagoso en la
Ludogorie (“la región de los bosques salvajes”, en la mesera de
Dobruja, actual Bulgaria nororiental), cerca de la pequeña población de
Abrittus, también conocida como Forum Terebronii (a un
kilómetro de la actual Razgrad) El rey godo conocía muy bien el terreno,
aventajando en ello a su adversario. Este lugar insignificante próximo a un
espeso pantano de Moesia estaba a punto de pasar a la Historia.
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Lugar donde ocurrió la batalla de Abrittus (Razgrad, Bulgaria) |
Hay disparidad de fechas según las fuentes consultadas, desde la segunda
semana de Junio a mediados de Agosto, aunque la más referida es el primero de
Julio del 251. Fuese cuando fuese, los hombres de Cniva, muy probablemente
hambrientos y desesperados, se enfrentaron con las legiones comandadas por el
emperador Decio en aquella inmensa ciénaga de Abrittus. Cniva dividió su
ejército en tres partes, ocultando la más numerosa de ellas en el pantano. Según
Jordanes, al inicio de la batalla, Herenio
Etrusco, el hijo del emperador, fue alcanzado por una flecha, con tan
mala fortuna que le causó la muerte. Como gesto de entereza para alentar a sus
hombres, se dijo que su propio padre exclamó:
Que nadie llore; la muerte de un soldado no es gran pérdida para la
República.
Quizá alentados por el coraje del emperador, quizá obcecados en una lucha
atípica para la férrea disciplina militar romana, o quizá atraídos por la
artimaña de Cniva de aparentar debilidad cuando el grueso de su ejército
permanecía esperando agazapado en aquel lodazal, el ejército imperial se fue
empantanando más y más en aquella charca de Abrittus, engañado por su temprano
éxito, y acabó combatiendo entre el barro hasta que la treta del godo invirtió
el equilibrio. El ejército romano fue totalmente aniquilado. El emperador Decio
murió junto a sus hombres en aquella desastrosa batalla. Con estas palabras lo
reflejó el historiador Sexto Aurelio Víctor:
… Decio, mientras perseguía a los bárbaros al otro lado del Danubio, murió
por traición en Abrito después de reinar dos años… Muchos cuentan que su hijo
cayó en batalla mientras dirigía un ataque demasiado audazmente; el padre, en
cambio, había afirmado enérgicamente que la pérdida de un soldado parecía
demasiado insignificante para preocuparse. Y así siguió con la guerra, y murió
de manera parecida mientras peleaba enérgicamente…
Y así lo describió años después Lucio Celio Lactancio,
historiador cristiano y, por lo tanto, enemigo de la memoria y valentía del
emperador pagano:
…fue repentinamente rodeado por los bárbaros, y le mataron, junto con gran
parte de su ejército; no pudo ser honrado con los ritos de la sepultura, sino
que, despojado y desnudo, yació para ser devorado por las fieras salvajes y las
aves, un final adecuado para el enemigo de Dios…
La presunta traición que mentaron Aurelio Víctor o
Zósimo en sus crónicas de este infame episodio de la Historia
de Roma se basó en rumores malintencionados que atribuían la muerte de Decio a
una conspiración secreta entre su legado Gayo Vivio Treboniano Galo
y los godos, felonía que nunca se pudo demostrar. Su inmediata adopción
de Gayo Valente Hostiliano, el segundo hijo de Decio, de apenas
un año de vida y heredero tácito de la púrpura imperial, pone en contradicción
semejantes y aviesos planes, así como que los mismos legionarios supervivientes
encumbrasen como nuevo emperador al autor de tamaña catástrofe si era sospechoso
de haber causado tantas muertes entre los suyos. De todos modos, la peste
bubónica que asoló Roma un año después se llevó al chico, y con él las sospechas
de una posible usurpación.
Como artífice de la masacre de Abrittus, Cniva entró en la
Historia como el primer rey godo en enfrentarse a las legiones dentro del limes,
vencerlas y ser verdugo de un emperador de Roma. Decio fue el
primer emperador en morir al frente de sus tropas durante una batalla, algo tan
deplorable para un Imperio que comenzaba a agotarse moral y económicamente que,
quizá a causa de esta ignominia, o a raíz de otras calamidades que sobrevinieron
después, sobre los Decii cayó una damnatio memoriae.
Treboniano Galo no tuvo más remedio que pactar con Cniva un enorme tributo
compensatorio antes de tener que cederles territorio romano. Nada más se supo de
él. A su muerte siete años después de la batalla de Abrittus, su pueblo se
dividió en dos grandes grupos, los godos del Este (Ostrogodos)
y los del Oeste (Visigodos)
El intrépido rey Cniva había abierto un camino sin retorno para otros
caudillos bárbaros venideros: Roma no era invencible, sus emperadores también
podían morir en combate y las provincias del Imperio quizá pudiesen ser sus
nuevas tierras…
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